Libro albedrío

El Conejo Blanco es el primero en correr como una exhalación, tarde como siempre, sin dejar de mirar a cada rato su reloj. Alicia sale tras él pero pronto se encuentra con que Aquiles, el de los pies ligeros, harto de no poder alcanzar a la tortuga, procura convencerla de que sea ella quien persiga a la tortuga y él al Conejo Blanco. A pocos metros, un Cronopio y un Fama conversan con Odradek; conversación ininteligible donde los haya, que termina como empezó, sin que ninguno de los tres sepa qué rayos es cada uno. Gregor Samsa, por su parte, corretea con sus asquerosas y ridículas patas de insecto e intenta no ser aplastado por Don Quijote, quien cabalga a lomos de un dinosaurio que confundió con Rocinante. Frankenstein y Mr. Hyde discuten acerca de quién de los dos se asemeja más al retrato de Dorian Gray y el cuervo observa la escena mientras contesta “Nunca más” a cada pregunta del Principito. A la mañana siguiente, justo antes de que se abra la biblioteca, termina la esperpéntica función de cada noche y todos se apresuran a regresar a sus respectivas páginas.

Todos menos el dinosaurio, que al encenderse las luces, todavía está allí.

(Microrrelato seleccionado en el I Certamen de Microrrelatos Asnabi y publicado en el libro “TK Asnabi 1995-2015” de la Asociación Navarra de Bibliotecarios)

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