Introduzca tres puntos suspensivos entre la tierra de la maceta, riéguelos dos veces por semana, hábleles de filosofía, de la duda metódica, del escepticismo… Al cabo de un mes verá cómo empieza a brotar con timidez una interrogación. Retire los dos puntos que no germinaron, y si lo hicieron en forma de exclamación arránquelos de cuajo, todo con sumo cuidado. Y por lo que más quiera, no olvide podar, de cuando en cuando, los contornos de la interrogación antes de que esta crezca demasiado y se convierta en una duda existencial que termine por estar convencida de ser un geranio.
(Microrrelato ganador del concurso Wonderland de RNE)